14 enero 2012


Era una calurosa noche de agosto..
 ¿o tal vez una fría noche de diciembre? 
Eran las 00:30, ¿o las 3:45? 
No lo recuerdo, recuerdo que fue una noche corriente.
 Sentada en un banco, mirando pasar a gente a mi alrededor mientras sentía como una lágrima resbalaba por mi mejilla. Noté como alguien se sentó 
a mi lado y preferí no mirar.
 No quería descubrir si era un borracho, un vagabundo o quién sabe qué. Notaba su mirada clavada en mí. Me intimidaba, hacía que me estremeciera como nunca nadie lo había hecho. ¡Qué coño estaba pasando!  ¡Ni siquiera lo había mirado! A cada segundo se acercaba un poco más, y un poco más, y un poco más, y un poco más.. Hasta que no aguanté más y me levanté dispuesta a salir huyendo. No sé si fue porque ya lo tenía pensado, o fue una casualidad del destino, o que sé yo, igual fue un impulso de esos raros que tienen los hombres, pero me agarró del brazo y me giré. Me asusté, evidentemente. Pero fue en ese momento, en el primer momento en el que le miré a los ojos, en el que supe que él era para mí.

1 comentario: