30 julio 2012

Somos seres demasiado sensibles pero los fracasos y las desilusiones, nos dejan vulnerables, casi expuestos y anestesiar nuestros sentimientos, a veces, es la mejor opción. Ahí es cuando necesitás aíslarte de todo y de todos, quieres que dejen de lastimarte, que se alejen, que cada una de esas personas desaparezcan y no dejen rastros. Con el paso del tiempo uno va construyendo un muro que lo aleja de la realidad, de su caos y crueldad, buscando un refugio o algo que sane el dolor. Ese muro va creciendo a lo largo de nuestra vida, se alimenta de resentimientos, de lágrimas y desencantos. Nos hace ser protagonistas de una falsa felicidad, porque es más fácil decir "estoy bien" que contar cada uno de nuestros problemas.

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